miércoles, 13 de mayo de 2015

De la discapacidad hacia la Diversidad Funcional. Evolución histórica. (Corrección primer post)

En este primer post hablaremos de la evolución de término “discapacidad” a lo largo de tiempo, y de la propuesta del concepto de “diversidad funcional” como alternativa a los conceptos de discapacidad  y minusvalía.
“La discapacidad como categoría social es propia de la contemporaneidad,  concretamente, del siglo XX y la creación de los Estados del Bienestar. Sin embargo, la práctica cultural de traducir la anormalidad física en inferioridad social (estigmatización) se extiende notablemente hacia el pasado.
Antes al siglo XX, no existía ningún aliciente para los individuos en el hecho de ser etiquetados como “discapacitados”. En Inglaterra, la Poor Law de 1834 no establecía diferencias significativas entre una persona discapacitada del resto de enfermos, en parte porque el criterio básico de inclusión giraba en torno a la incapacidad para trabajar de los individuos, y no alrededor de la naturaleza de dicha capacidad. Cualquier tipo de ayuda que se proporcionara a los discapacitados se hacía en virtud de un “imperativo moral”, pero no se contemplaba la idea de que algunas minusvalías tuvieran que ser objeto de prestaciones especiales para aquellas personas que las padecieran.
De forma general, se aplicaba el término “lisiado” para hacer referencia a todos aquellos individuos físicamente comprometidos, lo que siempre supuso un problema para la administración de prestaciones. El Estado siempre se mostró vigilante sobre la posibilidad de que algunos lisiados presentaran esta condición de modo fraudulento. Con el fin de eliminarlo, comenzaron a elaborarse, desde finales del s. XIX, mecanismos para reconocer a los verdaderos acreedores de prestaciones sociales. Es en este momento, cuando se perfila por primera vez la categoría administrativa de “discapacitado”. Así, los primeros individuos en adquirir un estatus de discapacidad fueron soldados heridos durante combate. Otro de los grupos sociales beneficiarios, fueron los niños, por lo general, afectados de raquitismo o tuberculosis. Eso se logró con la ayuda de la promulgación de diversas leyes de educación por parte de varios estados occidentales y del advenimiento de movimientos sociales en favor de los “niños lisiados” a principios del s. XX. No obstante, en ambos casos, la categoría de “discapacitado” tenía una naturaleza administrativa, pero no social. De nuevo, la discapacidad se contemplaba en términos de incapacidad laboral, como se ponía de manifiesto en la implicación de muchos médicos en la certificación de la discapacidad y el cálculo de las prestaciones en función del grado de incapacidad para el trabajo.
Desde una perspectiva sociológica destaca la contribución de Erving Goffman, que entendía la discapacidad como la imposibilidad de llevar a cabo las actividades que, socialmente, cabe esperar de un individuo a causa de una tara física o una enfermedad mental.
Este interés propició lentamente una concienciación social sobre la existencia y los problemas de las personas discapacitadas. Sedará un proceso de “institucionalización” mediante el cual las personas con discapacidad serán apartadas de la convivencia colectiva y serán recluidas en instituciones especializadas para su tratamiento: la rehabilitación, prescrita y orientada por los dictámenes médicos. La Medicina, por su parte, jugó un papel esencial en el proceso, ya que algunas condiciones discapacitantes podían ser corregidas,  por medio de tratamientos quirúrgicos y ortopédicos o a través de la rehabilitación. Asimismo, algunas patologías discapacitantes como la esclerosis múltiple, comienzan a ser contempladas como problemas médicos que pueden ser tratados con el fin de reducir el progreso de la discapacidad” (Martínez Pérez & del Cura González, 2014-2015).
“Desde este movimiento se va a concebir que la discapacidad no reside en un substrato fisiológico deficiente, sino en unas estructuras sociales que no tienen en cuenta las auténticas necesidades de las personas con discapacidad y las marginan y excluyen de la participación en la vida colectiva” (Rodriguez Díaz & V. Ferreira, 2010). Así, las asociaciones de discapacitados, como el Foro de Vida Independiente, proponen el concepto de "diversidad funcional" como  una crítica al modelo médico-rehabilitador y al modelo social-emancipatorio, mencionados anteriormente. “Estas asociaciones emergen  con el fin de hacer valer sus demandas y exigir una consideración definida, suficiente y adecuada de la figura del diverso funcional” (Rodríguez Díaz & V. Ferreira, 2010).
Creemos que ello  supone “una transición en la asignación de sentido que se hace de la discapacidad y, con ello, rompe con las herencias que hasta la fecha han llevado a las personas con discapacidad a una situación de marginación y de exclusión social. Así, habrá una mejora de las condiciones de existencia de las personas con diversidad funcional, suprimiendo las barreras, tanto materiales como culturales, que hacen que su existencia venga mayoritariamente regulada por prácticas excluyentes” (Rodríguez Díaz & V. Ferreira, 2010).
Bibliografía:
Martínez Pérez, J., & del Cura González, M. (2014-2015). Historia de la Medicina y Documentación médica. 37-39. Albacete: Universidad de Castilla la Mancha.
Rodríguez Díaz, S., & V. Ferreira, M. A. (2010). Desde la Dis-capacidad hacia la Diversidad Funcional. Revista Internacional de Sociología, 290-307.

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