Como hemos visto en el anterior
post, la percepción social de las personas con diversidad funcional como
“diferentes” consolida su proceso de marginación y exclusión. Esta situación
puede verse reflejada en el mercado laboral que es el tema que se abordará en
este segundo post.” Y es que salud está asociada a la capacidad de producción,
existiendo el prejuicio de que una persona que posee una diversidad funcional
es más improductiva, vulnerable, “menos válida”, etc., que una persona sana” (Iáñez 2008). En este sentido, las
intervenciones se han enfocado desde las políticas pasivas de empleo,
otorgándoles subsidios y pensiones antes que pretender su inserción laboral.
Según el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad “El empleo es
un elemento esencial para garantizar la igualdad de oportunidades para todas
las personas y contribuye decisivamente en la participación plena de los
ciudadanos en la vida económica, cultural y social, así como a su desarrollo
personal. Las personas con discapacidad, especialmente aquéllas que presentan
una discapacidad severa, conforman un grupo con altos niveles de desempleo. Para
el cumplimiento de este objetivo, la normativa contempla diferentes medidas que
fomentan el empleo de los trabajadores con discapacidad, tales como el
establecimiento de un sistema de intermediación laboral, el empleo con apoyo,
los enclaves laborales, o la regulación de medidas de acción positiva en las
políticas activas de empleo (reserva de puestos, subvenciones por la
contratación, bonificaciones en las cuotas de la Seguridad Social,
desgravaciones fiscales, etc.”
Por lo tanto, parece ser que las
empresas que contratan a personas con diversidad funcional obtienen beneficio
de ello. A partir de esto, me planteo las siguientes preguntas: ¿por qué aunque
sólo sea por un beneficio económico, no hay tantas empresas que contraten a
personas con diversidad funcional? ¿Y las empresas que sí los contratan, sólo
lo hacen por ese beneficio económico y además, intentando aparentar que lo
hacen porque creen de verdad en la inclusión laborar de las personas con diversidad
funcional?
Las personas con diversidad
funcional tienen claro que las empresas contratantes obtienen beneficios
económicos con cada una de sus contrataciones, y he querido plasmarlo con este
video en el que Luis Castro, quien padece síndrome de Down, realiza un
video-curriculum en el que explica las razones por las cuales una empresa
debería contratarle, beneficios económicos, y que no le importa que lo haga por
eso. Luis, tan sólo quiere una oportunidad para demostrar que puede trabajar
como lo haría cualquier otra persona.
Pero yo creo que las contrataciones
no deber un acto de beneficencia o de caridad, debe ser un derecho así como el
que goza cualquier otra persona. Las
personas con diversidad funcional pueden ocupar un puesto de trabajo,
desarrollándolo igual o mejor que una persona sin diversidad funcional. Por lo tanto, podrían ser igual de eficaces y
productivos, y es lo que realmente las empresas deberían tener en cuenta, en
vez de ver sólo en esas contrataciones beneficios.
El que cada vez haya más
contrataciones por este motivo, no favorece a una verdadera inclusión
sociolaboral, sino que ha de hacerse porque se confía en las potencialidades de
estas personas. Por ello, la inserción
laboral deber ser uno de los retos a conseguir con este colectivo, pues
constituye uno de los elementos primordiales en los procesos de inclusión
social.
Como conclusión puedo decir que la
diversidad funcional surge de un entorno social mal estructurado a la hora de ajustarse a las
necesidades y las aspiraciones de la ciudadanía con carencias, más que de la
incapacidad de las personas con diversidad funcional para adaptarse a las
exigencias de la sociedad. No son las limitaciones individuales el centro del
problema sino las limitaciones de la sociedad para prestar servicios apropiados
y para asegurar que las necesidades de las personas con diversidad funcional
sean tenidas en cuenta dentro de la organización social. Las respuestas, no
deben dirigirse individualmente a las personas con diversidad funcional sino a
la sociedad, de manera que ésta llegue a estar pensada y diseñada para atender
las necesidades de todos. Así, este colectivo puede contribuir a la sociedad en
la misma medida que el resto de las personas.
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